Rodin

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Foto Karem Sánchez Noviembre 2015

domingo, 4 de diciembre de 2011

Una manzana a la orilla del mar

Existe un camino que desde donde vivo conduce a la orilla del mar. Hoy decidí recorrerlo. Los indicios de la cercanía del invierno son evidentes. Los árboles han perdido sus hojas y las ramas desnudas se levantan hacia el cielo como suplicantes por tiempos más tibios y fructíferos. El camino atraviesa el bosque. Sin cercas ni barreras, sin peligros, los caminantes disfrutan de la naturaleza,  los perros y sus dueños encuentran espacio para jugar, los senderos silenciosos atestiguan  los deportistas que compiten contra ellos mismo. El aire tiene un olor especial, emana de la tierra húmeda repleta de hojas caídas de otoño.

Los sonidos son múltiples. Pájaros distintos  gorjean y emiten sus cantos, los crujidos de las ramas,  los pasos sobre la arenilla del sendero…. El ruido del silencio. El sonido de la naturaleza viva.

A cada paso pienso  cómo, en tiempos de calentamiento global y amenazas ambientales, un mundo cada vez más urbanizado pierde contacto con la naturaleza. O para decirlo con cierta precisión: como individuos hemos perdido en buena medida el contacto con la naturaleza.  Esta se nos aparece ahora, por los medios de comunicación, furiosa y descontrolada: desastres naturales es ahora la expresión.  Lluvias como nunca, inundaciones, huracanes, volcanes a punto de explotar, terremotos…. Solo temor y temor parece  inspirar.

Mientras camino hacia mi destino reflexionó sobre  cómo cada uno de nosotros, tenemos o no tenemos la experiencia de   conectarnos con  la naturaleza y hacernos, uno y todos, parte de ella. Cada vez más hay menos lugar. Cada vez menos hay más cercanía y contacto. Los afanes y las preocupaciones de cada día nos apartan de la posibilidad  de percibir  la  belleza en cualquiera de sus formas, en cualquiera de sus sonidos. ¡No hay tiempo!  Nos privamos de la grandeza y el poder de esta Creación.

Desde lejos ya diviso el mar…. Me estremece  el sonido de su furia. Grandes olas rompen en una enorme playa casi desierta. El frio y el viento han espantado a los paseantes. Sólo unos  poco se atreven. El clima nunca es tan inclemente como para impedir  a sus amantes disfrutar la brisa cargada de sal que despierta y energiza.

El Mar del Norte en diciembre tiene poco parecido al Mar Caribe en cualquier época del año. Pero ambos son mares. El océano que tengo frente a mí, ruge y levanta sus olas movido por la fuerza del viento que es en sí mismo fuente de energía. El cielo gris, se confunde con el agua y las olas plomizas. La fuerza del viento levanta las olas y empuja sus espumas bien adentro en la arena seca, haciéndolas intrusas. Espumas de mar,  volátiles y efímeras.

Unos pocos osados desafían el viento, el frio y el oleaje. Vestidos de negro neopreno se sumergen en las aguas y sienten en su piel y en su cuerpo la  energía poderosa de ese océano. Están en contacto con la naturaleza. El viento los lleva lejos, no tiene miedo. Saben que ese mismo viento los traerá de regreso a lugar seguro. Se sienten libres. Perciben la magnificencia de la inmensidad sin temor alguno… y regresan.

Y yo los veo desde la orilla. Mientras tanto, pienso en mi mar Caribe, azul y resplandeciente. En la suave y cálida brisa que trae las notas de canciones alegres. En los cuerpos de  ropas ligereas que  quieren beberse el sol. Es la misma inmensidad. Es la vibrante energía que nos asombra y por la deberíamos sentir el más profundo respeto y devoción.
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Mientras se me enfrían las mejillas  por el viento, silbante e  insistente, y siento miles de alfileres de frío en las manos, pienso en esos bosques y esos mares, del norte y del sur: Siento  su potencia, evoco su grandor.  Y mientras mis pensamientos fluyen y mi alma se conecta con esta inmensidad…. Como una manzana a la orilla del mar.

jueves, 20 de octubre de 2011

Cuando el derecho a la educación puede costar la vida

Con toda admiración para A.S

Conocía a A… en el otoño de 2009. Vino  a Holanda para realizar lo que no podía lograr en su país de origen. Obtener un título de posgrado en el campo de su interés. Por ser Bahá’i no tenía acceso a la educación universitaria en Irán. Sus estudios de pregrado los había realizado a distancia,  por correspondencia  e Internet, en una de las   universidades de América del Norte  que habían aceptado emprender esta  labor educativa.

Para A…,  como para muchos otros jóvenes deseosos  de estudiar y se encuentran en sus  mismas circunstancias,   esta fue la única opción disponible de  acceder a la educación superior.  Bajo inimaginables  condiciones restrictivas a las cuales se  sumaron  elevados costos en tiempo y esfuerzo A… tuvo que estudiar y trabajar en su programa académico. Le tomó más del doble del tiempo  de lo que toma a cualquier estudiante en condiciones de relativa  normalidad,   en cualquier institución de educación superior del mundo, para obtener su primer título universitario.

Gracias al apoyo espiritual, moral, emocional y financiero  de su comunidad y de su familia A… emprendió este  nuevo paso en su proceso de formación universitaria movida por el deseo de incrementar sus habilidades y conocimientos los cuales pondría posteriormente al servicio de aquellos que como ella no tenían en su país la posibilidad de asistir a Instituciones de educación superior en razón de sus creencias religiosas.

El mismo día que llegó,  una mañana de finales de  septiembre,  nos encontramos en la puerta principal del Instituto donde yo también hago mis estudios doctorales. No nos conocíamos pero sentimos de inmediato la corriente de afecto que surge del sentido de compartir creencias comunes.  Su rostro reflejaba la ansiedad por lo desconocido.

 Las dificultades para comunicarse en inglés, un idioma en el que no había hablado hasta ahora de manera fluida, no le impidieron sortear la infinidad de obstáculos para instalarse e iniciar en esa etapa de la vida que algunos llaman la edad mediana,   una vida   estudiantil en un sistema al que hasta ese momento no había tenido acceso. Cómodos y amplios salones de clase, profesores internacionales  de las más altas calificaciones cada uno experto en su propio campo,  compañeros de estudios con  los cuales interactuar y  elevadas exigencias académicas que iban más allá de lo hasta ahora había  experimentado.

Durante dos años la vi enfrentar con tesón dificultades de  variada naturaleza: académicas sociales, culturales y quien sabe qué otras más. La vi llorar, desfallecer y nuevamente levantarse para continuar su camino en busca de una Maestría. Sinceramente algunas veces pensé que desfallecería y no lo lograría. Completar todos los requisitos  académicos le tomó seis meses más que a los estudiantes de su promoción. Su empeño decidido,  una constancia a toda prueba y  el apoyo de la  comunidad  Bahá’i que trasciende fronteras y barreras culturales, le permitieron lograr su anhelada meta. Un título de Maestría de una prestigiosa universidad europea.

Ayer nuevamente nos encontramos. Fue un  encuentro de despedida. A… regresa a Irán para cumplir su deber moral y asumir un compromiso con plena conciencia: ser parte de un sistema que supla la necesidad y el derecho básico a la educación universitaria y  contribuir a crear las condiciones para que otros jóvenes Bahá’is iraníes, privados de este derecho fundamental en virtud de sus creencias religiosas,  tengan acceso a la educación  superior.

El regreso de A… a su país, inspirado en estos nobles propósitos, reviste hoy  especial significado. Se produce justamente  pocos días después de que siete educadores Bahá’is, encarcelados en Irán desde Mayo de 2011, recibieran sentencias de prisión de entre cuatro y cinco años por desempeñar actividades relacionadas con la iniciativa comunitaria  informal conocida como  Instituto Bahá’i para la Educación Superior (BIHE, por sus sigla en inglés) en la cual profesores Bahá’is ofrecen sus servicios para enseñar a los miembros jóvenes de la comunidad privados del derecho de asistir a la Universidad (http://news.bahai.org/story/860) .

Hoy veo a A… con ojos distintos a los de hace dos años. Se ve radiante y fortalecida. Sabe que su futuro en Irán estará lleno de dificultades e incertidumbres. Pero está feliz porque sabe que  puede cumplir su cometido. Compartir con sus jóvenes correligionarios una educación de excelente calidad. Algo a lo que todo el mundo debería tener derecho. Sabe que corre peligros pero su coraje la apresta para enfrentarlos.

No puedo más que expresar todo mi respeto, admiración y afecto para A….



lunes, 9 de mayo de 2011

Regreso

Hace  poco más de tres meses que no visito este lugar. ¡Hoy regreso! Lo he pensado. Lo he pensando bastante.  Y mi ausencia de este espacio y sus razones me han hecho reflexionar sobre los que significa ausentarse, irse y partir. También me han hecho pensar en lo que significa regresar. Pero además  me han invitado a pasar revista a las cosas que han sucedido en ese espacio de tiempo. A pesar de  ausencias o presencias el mundo, gira y gira y sigue su curso.
Qué ha pasado en estos tres meses? Evidentemente solo mencionaré, de entre la multitud de  de acontecimientos que los medios de comunicación ponen a nuestro alcance, los que me han impresionado más. En Japón: terremoto, tsunami y emergencia nuclear arrasaron con miles y miles de personas, familias, y ciudades. Los muertos son muchos, los sobrevivientes más. ¿Qué hacen hoy? ¿Cómo contemplan su futuro? ¿A dónde regresarán si no queda rezago de lo que fuera su hogar? ¿Hemos vuelto a pensar en ellos? Probablemente no. Después de leer aquí y allá sobre aquello que podemos aprender de la forma como los japoneses enfrentan las catástrofes, que por demás es aleccionador, de seguir a medias los desarrollos y consecuencias de la catástrofe nuclear, lejana y ajena, hoy  ni los titulares noticiosos ni nosotros recordamos el drama. Otros acontecimientos,  no menos ruidosos, han ocupado su lugar. Hace apenas unos pocos días una boda real, la beatificación de un Papa,  la eliminación de un denominado  terrorista de talla internacional concentraban la atención de audiencias expectantes.  En Colombia, un invierno de lluvias sin medida anega el  país y deja sumergidos en las aguas familias, cultivos, ganados, viviendas, sueños y esperanzas. Todo ello a su vez queda  relegado a un segundo plano ante los estruendosos escándalos de corrupción que desatan desconcierto, indignación y rechazo.
¿Yo qué hice en estos tres meses? Entre  otras cosas, tareas propias de mi quehacer actual: Escribí un ensayo (http://www.revistacronopio.com/?p=4936) ,  preparé los documentos para mi segundo seminario doctoral,  defendí  en lengua extraña mis puntos de vista ante un comité inquisitivo y cuestionador que con sus observaciones y críticas me ayudan y  obligan a revisar y  mejorar mis argumentos, revisé una y otra vez mi lista de asuntos pendientes tratando de agotarla sin éxito.  Atravesé el océano, celebré el advenimiento de la primavera con el Festival de Naw – Ruz,  me reencontré con familia y amigos queridos a quienes no veía desde hacia tiempo. He reído, he llorado...
Todo esto no ha pasado sin efecto.  Aunque sigo siendo yo, definitivamente no soy la misma. Razón tenía Heráclito cuando  al hacer  referencia al  permanente cambio y  devenir decía ‘en los mismos ríos ingresamos y no ingresamos, estamos y no estamos’. Ni las aguas del río son las mismas, aunque si su cauce, ni nosotros somos los mismos. O como el poeta  García Lorca en su Romance Sonámbulo nos dice ‘Pero yo ya no soy yo,/ ni mi casa es ya mi casa’.
Cambiamos es verdad,  y lo hacemos casi sin darnos cuenta. ¿Regresamos? No lo sé. Esta palabra sugiere volver al punto de partida. Creo más bien que vamos siempre para adelante, especialmente cuando los puntos de partida se convierten siempre en puntos de llegada.
Pablo Neruda lo dijo muy bien en 1952 en su hermoso pasaje el Olor del Regreso, del que aquí dejo un fragmento y que pueden leer completo aquí: http://www.taringa.net/posts/arte/6033707/El-olor-del-regreso---Pablo-Neruda.html


EL OLOR DEL REGRESO

Mi CASA es profunda y ramosa. Tiene rincones en los que, después de tanta ausencia, me gusta perderme y saborear el regreso. En el jardín han crecido matorrales misteriosos y fragancias que yo desconocía. El álamo que planté en el fondo y que era esbelto y casi invisible es ahora adulto. Su corteza tiene arrugas de sabiduría que suben al cielo y se expresan en un temblor continuo de hojas nuevas en la altura.

Los castaños han sido los últimos en reconocerme. Cuando llegué, se mostraron impenetrables y hostiles con sus enramadas desnudas y secas, altos y ciegos, mientras alrededor de sus troncos germinaba la penetrante primavera de Chile. Cada día fui a visitarlos, pues comprendía que necesitaban mi homenaje, y en el frío de la mañana me quedé inmóvil bajo las ramas sin hojas hasta que un día, un tímido brote verde, muy lejos en lo alto, salió a mirarme y luego vinieron otros. Así se transmitió mi aparición a las desconfiadas hojas escondidas del castaño mayor que ahora me saludan con orgullo pero ya acostumbradas a mi retorno.

En los árboles los pájaros renuevan los trinos antiguos, como si nada hubiera pasado bajo las hojas.
La biblioteca me reserva un olor profundo de invierno y postrimerías. Es entre todas las cosas la que más se impregnó de ausencia.
Este aroma de libros encerrados tiene algo mortal que se va derecho a las narices y a los vericuetos del alma porque es un olor a olvido, a recuerdo enterrado.









domingo, 6 de febrero de 2011

¡Responsables!

Parece una acusación. Por aquellos de los  usos flexibles que hoy se  le dan  a las palabras esta cualidad,  responsabilidad, y su relacionado, ‘ser responsable’,  tienden asociarse de manera directa con la  culpa atribuida a una o a varias personas frente a un hecho criminal. La consecuencia lógica después de la sentencia es el la sanción o pena.
Sin embargo, si atendemos al uso que en otros variados contextos le damos a la expresión, responsabilidad y ser responsables cobran otros sentidos y busca traducirse en acciones. Padres responsables, uso responsable de los recursos, tener muchas responsabilidades, entre otras. Además del carácter individual que se le adscribe al término, asistimos hoy a una extraordinaria proliferación de la expresión en un sentido colectivo: Responsabilidad social, ser socialmente responsables, responsabilidad social corporativa, ser ambientalmente responsables, solo para mencionar algunas.

Tanta responsabilidad,  junta o dispersa, invita a considerar   los significados profundos de la expresión, así como sus matices e implicaciones. Tal vez este ejercicio nos aleje de la trivialización de algo que es muy importante y nos permita, de manera más concreta, entender a qué  se nos convoca en nombre de la responsabilidad.  Pueden existir varios caminos para ello. Hoy quiero contarles el que yo elegí. ¡Consulté los diccionarios!

En efecto, el diccionario de la Real Academia Española[i] incluye las siguientes acepciones para responsabilidad: Cualidad de responsable; deuda, obligación de reparar y satisfacer, por sí o por otra persona, a consecuencia de un delito, de una culpa o de otra causa legal; cargo u obligación moral que resulta para alguien del posible yerro en cosa o asunto determinado; capacidad existente en todo sujeto activo de derecho para reconocer y aceptar las consecuencias de un hecho realizado libremente. Para responsable estas son las acepciones: Obligado a responder de algo o por alguien; dicho de una persona: que pone cuidado y atención en lo que hace o decide; persona que tiene a su cargo la dirección y vigilancia del trabajo en fábricas, establecimientos, oficinas, inmuebles.

No contenta con esto y buscando la perspectiva del contraste y la comparación di otro paso.

Una editora profesional que conozco guarda en su oficina un pequeño tesoro. Bueno, la verdad es que no es pequeño y que pesa bastante: el Oxford English Dictionary[ii]  en su más reciente edición. Viene con una lupa especial para poder leer su contenido el cual, para cada palabra  presenta la etimología u origen,  las diversas acepciones o significados y ejemplos de frases en las que se emplea la palabra en cuestión. Todo un deleite para hacer arqueología de las palabras.

En éste encontré para responsabilidad las siguientes acepciones[iii]: Capacidad de cumplir una obligación o deber, la cualidad de ser confiable o digna de confianza; el hecho de tener que rendir cuentas, rendición de cuentas por algo (con frecuencia en el sentido de “asumir” la responsabilidad o “exigirla”); el hecho de estar a cargo de o los que tienen un deber hacia una persona o cosa; obligación; el hecho de tener el deber de  hacer algo; una tarea o asignación para la cual uno es responsable; la obligación moral de comportarse correctamente hacia o con una persona o cosa; una persona por  la que uno es responsable.

Así  entonces, si bien una de las acepciones tiene que ver con responder ante la comisión de un delito, en los dos idiomas se presenta la coincidencia que llama al ejercicio de una cualidad moral que articula  ser confiable y asumir, en todo lo que ello significa, las consecuencias de nuestros actos, no exclusivamente de los actos criminales.

En esta perspectiva, me pregunto entonces ¿Qué tanta conciencia tenemos de nuestro ejercicio de la responsabilidad? Más aún,  ¿Cuáles son las implicaciones de esta conciencia cuando se interpreta en un sentido colectivo, como en el caso de la responsabilidad social empresarial tan de moda en nuestros días? ¿Cómo asumimos, en lo individual y en lo colectivo, esa particular acepción de  la obligación moral de comportarse correctamente hacia o con una persona o cosa’?

¡De verdad que los diccionarios nos invitan a reflexionar! Habrá que consultarlos con más frecuencia para recuperar el sentido  de tantas palabras trivializadas.

Tal vez este poema de Mario Benedetti da luces adicionales.


La gente que me gusta.

Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace en menos tiempo de lo esperado.
Me gusta la gente con capacidad para medir las consecuencias de sus acciones, la gente que no deja las soluciones al azar.
Me gusta la gente estricta con su gente y consigo misma, pero que no pierda de vista que somos humanos y nos podemos equivocar.
Me gusta la gente que piensa que el trabajo en equipo, entre amigos, produce más que los caóticos esfuerzos individuales.
Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría.
Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos serenos y razonables.
Me gusta la gente de criterio, la que no se avergüenza de reconocer que no sabe algo o que se equivocó.
Me gusta la gente que al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos.
Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente; a éstos los llamo mis amigos.
Me gusta la gente fiel y persistente, que no fallece cuando de alcanzar objetivos e ideas se trata.
Me gusta la gente que trabaja por resultados. Con gente como esa, me comprometo a lo que sea, ya que con haber tenido esa gente a mi lado me doy por bien retribuido.
Mario Benedetti






[ii] Se puede consultar la versión electrónica en http://www.oed.com/
[iii] responsibility, n.
Third edition, April 2010; online version November 2010. <http://www.oed.com:80/Entry/163862>; accessed 06 February 2011. An entry for this word was first included in New English Dictionary, 1908.

viernes, 21 de enero de 2011

¿Qué tan fácil es trabajar?

¡Trabajar es fácil! Esto  decía un profesor universitario, venido de lejanas tierras siberianas,  a uno latinoamericano, implicando una cierta crítica a lo poco, que en su opinión, trabajaban y producían algunos de sus  colegas. Me contaron la historia y esa  frase me quedó sonando.  En verdad, trabajar es fácil, fue mi primera reacción. Sin embargo, entre más reflexionaba sobre el asunto menos obvia me parecía la respuesta ¿Qué tan fácil es, en realidad,  trabajar? Esta pregunta puede ser tan fácil o difícil de responder como uno quiera. Lo que es seguro es que el asunto tiene varias aristas. Veamos algunas.

Distintas experiencias dan cuenta de las dichas  o de las penurias en el trabajo: Los que trabajan en lo que les gusta y los que no; los que trabajan siguiendo la fuerza de su vocación  y  los que tienen que  luchar contra su vocación para poder trabajar. Los que trabajan desplegando su genio creativo y, de tiempo en tiempo, se encuentran desolados frente a la ausencia de ideas e inspiración.  Los que sus días de trabajo son una repetición interminable de rutinas que no permiten  distinguir un día de otro. Los que trabajan independientes, son sus propios jefes y disfrutan de su libertad laboral pero a la vez la sufren, pues si ellos no toman la iniciativa, no hay quien la tome por ellos. Los que solo pueden trabajar bajo la dirección y las órdenes de jefes y cuando éstos faltan quedan como barco a la deriva. Los que dan lo mejor de si en su trabajo y como retribución, además de un precario salario, solo reciben desdén y desprecio. Los que desesperan por encontrar en qué trabajar…

En una perspectiva que va más allá de lo individual, cabe preguntarse también sobre las condiciones bajo cuales se desempeña el trabajo. Mucho se puede decir al respecto. Hoy solo quiero resaltar la urgencia de las actuales campañas que promueven el Trabajo Decente. ¿A qué circunstancias están respondiendo y por qué se enfatiza  tanto su promoción? La Organización Internacional de Trabajo (OIT), encabeza la iniciativa y nos recuerda algunos aspectos fundamentales. “(…) el trabajo es fuente de dignidad personal, estabilidad familiar, paz en la comunidad, democracias que actúan en beneficio de todos, y crecimiento económico, que aumenta las oportunidades de trabajo productivo y el desarrollo de las empresas[i]. En esta dirección, la OIT propone cuatro objetivos que promueve a nivel mundial integrando como objetivo transversal la igualdad de género: Crear  trabajo, garantizar los derechos de los trabajadores, extender la protección social y promover el diálogo social.

¿Es fácil trabajar? En estos tiempos que corren, en los que las formas del trabajo son cambiantes, flexibles y abiertas a múltiples posibilidades, y  en los que su valor pareciera diluirse  ante la codicia  y el deseo de ganancia  fácil y rápida, hay mucho por pensar y resolver. Tanto en el plano individual como en el plano social y económico las respuestas no son evidentes. Implican, entre muchas otras cosas, considerar la naturaleza superior esencial del ser humano, encontrar  motivaciones alentadoras,  vencer inercias paralizantes, superar aburrimientos pegajosos,  retorcer automatismos enloquecedores y alienantes.  Cuando lo individual se articula con lo organizacional, involucra establecer relaciones armoniosas, o por lo menos no agresivas, con quienes nos rodean. La equidad, el respeto por los demás,  la apertura al dialogo y la consulta resultan en mayor capacidad de trabajo y de resultados. En un sentido más general el trabajo involucra  la consideración esencial de la dignidad humana, el ejercicio de un profundo sentido de justicia social y de responsabilidad con los otros y con el medio ambiente. ¡Trabajar debería ser fácil para todos y todas!

Y mientras andamos el camino, recordemos a Pablo Neruda en su hermoso poema


A MIS OBLIGACIONES
Cumpliendo con mi oficio
piedra con piedra, pluma a pluma,
pasa el invierno y deja
sitios abandonados,
habitaciones muertas:
yo trabajo y trabajo,
debo substituir
tantos olvidos,
llenar de pan las tinieblas,
fundar otra vez la esperanza.

No es para mí sino el polvo,
la lluvia cruel de la estación,
no me reservo nada
sino todo el espacio
y allí trabajar, trabajar,
manifestar la primavera.

A todos tengo que dar algo
cada semana y cada día,
un regalo de color azul,
un pétalo frío del bosque,
y ya de mañana estoy vivo
mientras los otros se sumergen
en la pereza, en el amor,
yo estoy limpiando mi campana,
mi corazón, mis herramientas.
Tengo rocío para todos.





sábado, 8 de enero de 2011

Proyectos y Planes

Hace  poco más de un año,  en diciembre de 2009, asistí a la conferencia que Johan Galtung diera en el International Institute of Social  Studies , en la Haya. Varias cosas me atrajeron a este singular evento.  En primer lugar,  la oportunidad de estar tan cerca  y escuchar de cuerpo presente y de viva voz las tesis de un personaje de gran reconocimiento mundial  en el tema  de la búsqueda de la paz y la resolución pacífica de los conflictos a quien yo solo conocía por sus libros. En segundo lugar, el porte del conferencista: un hombre alto, de inmensos ojos azules tan expresivos como las palabras que su boca pronuncia,  dotado de una  energía y entusiasmo desbordante que refuerzan el convencimiento profundo en sus  planteamientos. Un caballero de 80 años   que habla, se mueve e interactúa con su audiencia con el dinamismo  y vitalidad de un joven de 20! La conferencia se titulaba “Comprender la paz, el conflicto y la violencia: ¿necesitamos nuevos enfoques?”

¿Por qué me acuerdo de Johan Galtung y su conferencia un año después y justo en los primeros días de un nuevo año? Con toda seguridad  en aquella ocasión dijo muchas cosas interesantes, pero hoy me acuerdo de una en particular que viene al caso de los comienzos de año cuando se mira la agenda del 2011 aún vacía  y lista para consignar las actividades, citas y compromisos venideros  o para  simplemente… dejarla vacía. Decía el carismático conferencista que una de las claves para superar los conflictos (nacionales, internacionales e inclusive en el nivel personal o de pareja), es tener proyectos comunes, en donde cada participante pueda encontrar su gratificación. Cuándo los proyectos comunes no existen o se acaban surge el espacio para las tensiones, la disputa y el alejamiento. La idea suena interesante y está en plena consonancia con la urgencia de desplegar creatividad a la hora de buscar  formas novedosas para superar los conflictos y encontrar  la paz.

Tanto los Proyectos como los Planes,  esos métodos sistemáticos diseñados para lograr fines  por medio de la organización de un conjunto de tareas y recursos, invitan a desplegar esfuerzos físicos, intelectuales y  espirituales; a canalizar las energías y las potencialidades humanas individuales y colectivas  hacia los objetivos propuestos;  a ir más allá de donde  creemos que podemos ir y  superarnos ampliando la frontera de nuestras propias  posibilidades. Pero además,  implican  esperanza, fe y confianza en el futuro. Así, en el mediano o largo plazo, se obtienen los resultados de esfuerzos pequeños y grandes  dando lugar a la satisfacción y alegría  que resulta de los logros obtenidos los que a su vez generan nuevas energías y confianza para  avanzar revitalizados hacia la siguiente meta.

Vivimos en  tiempos en donde los proyectos individuales pueden fácilmente entrar en crisis y en donde la ausencia de proyectos colectivos es manifiesta,  o lo que puede ser más grave aún, cuando éstos existen es para perseguir  beneficios o satisfacciones en detrimento de valores nobles  o en perjuicio de otros. A esto se  suma una perspectiva desesperanzada de futuro.

Sin embargo, aquí y allá y en variados ámbitos, surgen proyectos y Planes que miran con optimismo hacia el futuro. La idea de objetivo se encuentra en su base. Un ejemplo de la mayor pertinencia es el de los Objetivos de Desarrollo del Milenio: erradicar la pobreza extrema y el hambre; lograr la enseñanza primaria universal; promover la igualdad de los géneros y la autonomía de la mujer; reducir la mortalidad infantil; mejorar la salud materna; Combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades; Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente; Fomentar una asociación mundial para el desarrollo. (http://www.undp.org/spanish/mdg/). Estos se han integrado a planes gubernamentales alrededor del mundo generando en diversos niveles la idea de proyecto colectivo. Tal vez el problema con estos objetivos es que en el nivel individual, sentimos que  son de otros y para otros, por tanto no convocan al compromiso personal. ¿Cómo incluirlos en su agenda de 2011? No lo sé!

Pero lo que sí creo, es que si queremos llegar a los 80 años, o más, con la vitalidad y el entusiasmo que atestigüé en Johan Galtung y en otros  que como él van por la vida desplegando energía y confianza en el futuro con un sentido de propósito y   de que su paso por esta vida terrenal ha tenido algún significado, debemos encontrar algunas respuestas  a preguntas como las que siguen y actuar en consecuencia ¿Cuál es mi/nuestro proyecto?  ¿Cuál es el Plan en el que quiero/queremos participar y al que quiero dedicar mis energías, entusiasmo y compromiso? ¿Un Plan al que pueda contribuir para lograr la transformación  espiritual, económica y social de un mundo sumido en la desesperanza?

En este momento vienen a mi mente las palabras de ‘Abul´Bahá “No dejéis que vuestra mente viva en el presente, sino que, por el contrario, con los ojos de la fe contemplad el futuro…”

A cada uno la tarea de encontrar sus propias  respuestas. Que este sea el primer punto para  la agenda del 2011!   Para todos,  un muy Feliz Año.