Rodin

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Foto Karem Sánchez Noviembre 2015

domingo, 10 de julio de 2016

Proeza musical…, La vida una proeza.



Para R. J. Z. B, con afecto



Las proezas son inspiradoras. Implican un héroe o una heroína que con denuedo emprende una  empresa imposible. Luego de actos osados y valerosos cumple su cometido. Sin embargo, pareciera que el universo de la realización de las proezas se reservara solo para el mundo de la ficción tan popular entre los niños y jóvenes. Pareciera que las hazañas pertenecen a los superhéroes, la mujer maravilla o superman. Y justamente, como son   producto de la imaginación, sugieren estar  por fuera de la esfera de la vida cotidiana, del mundo de lo  posible. En otras palabras,  las proezas y  los héroes que las realizan  son inalcanzables para el común de los mortales. La mayoría de nosotros.

Hace poco y  por accidente, me encontré con la  magnífica realización de una proeza humana en un ámbito en donde rara vez se registran hazañas: el musical. Un video en youtube  reproducía la transmisión radial en vivo de un evento tradicional que cada año, entre julio y septiembre, realiza  la  BBC de Londres,  el Prom 2015.  Como  todos los años, se celebraba la música clásica y sus intérpretes.  En esta oportunidad, el lugar era  el Royal Albert Hall de Londrés. La fecha,  el 5 de septiembre de 2015. El artista,  el magnífico chellista Yo Yo Ma. La obra, las seis suites para chello de Johan Sebastian Bach. Lo singular, la interpretación continua, solo con un breve receso de 15 minutos, de todas las suites una tras otra. Los conocedores lo consideraron una proeza musical, intelectual y física.

La voz del presentador de la emisora radial inglesa me llevó a la evocación  uno de los más queridos recuerdos de mi infancia. Cuando las radio novelas activaban mi  imaginación  y recreaba los mundos y las aventuras de Arandú o de Kalimán y su querido amigo Solín. Cuando el cuerpo no daba para más y en compañía de mi querida abuela, mamita Aurita, pasábamos horas enteras tejiendo, bordando o leyendo.  La  voz clara, bien modulada, con  un inconfundible inglés con acento británico del presentador de la BBC y todo el audio de la interpretación, me hizo imaginar el evento así.

Los ojos, los oídos y los corazones de 5000 espectadores emocionados y expectantes se dirigían fijamente a   Yo Yo Ma y su chello. Los dos,   en la infinitud y soledad del escenario. El estudio sistemático y profundo por más de 40 años de vida musical  le permite  al artista recorrer de memoria las notas sublimes de la obra de Bach. Las sutilezas, los énfasis, la emoción y el virtuosismo hacen de esta una interpretación única, irrepetible. El esfuerzo físico, probablemente los músculos cansados, los estiramientos frente al público que le otorgan un carácter de humanidad a la proeza,  no hacen mella en una ejecución que los expertos consideraron impecable. A medida que, uno tras otro, se sucedían los 36 movimientos de las seis suites, se tejía entre la audiencia y el intérprete una conexión  más allá de lo corpóreo.  Se diría una experiencia de comunión cósmica, casi mística, espiritual.  Dos horas y 47 minutos de ininterrumpida y magistral interpretación. Pero hay más. Luego del aplauso fervoroso y la ovación admirada, luego de la expresión  de la emoción máxima y exultante, luego de regresar al escenario varias veces para recibir la lluvia de aplausos y el agradecimiento por semejante despliegue de virtuosismo,  Ma, en un extraordinario gesto de generosidad y más allá del límite de todas las energías ofrece al público un encore, el bono extra. En recuerdo de (y  tal vez en auxilio para) los que sufren en el mundo, interpreta una pieza adicional: El cant dels ocells. Obra emblemática convertida en  himno a la paz, gracias a otro sublime maestro de la interpretación del chello,  Pau Casals.

Creo que  las proezas   inspiran  porque, como seres humanos dotados de múltiples talentos y facultades, hemos sido llamados a cumplir el propósito de nuestra vida. Ella es en sí misma una gran hazaña. Es allí donde se encuentra su sentido y su significado. El asunto es que a veces perdemos de vista que nuestra existencia, es tal vez la más grande proeza que podemos realizar. Esfuerzo sistemático, estudio constante,  humildad frente a la tarea, generosidad, entre muchas otras características, se encuentran entre las claves para afrontar la empresa y realizar la proeza. ¿Quién se animará a escuchar  la interpretación? De pronto, el solo hecho de escuchar  y seguir cada nota será la hazaña del día para algún oyente que encuentre en la música el solaz a sus dificultades, el alivio en tiempos difíciles. Eso es lo que anima a Yo Yo Ma  diariamente a realizar sus proezas musicales.







‘El arte del músico está entre aquellas artes que son dignas de máxima alabanza y conmueve los corazones de los acongojados. Por tanto, (…), toca y canta las santas palabras de Dios con maravillosos tonos en las reuniones de los amigos, para que el oyente se libre de las cadenas de la tristeza y la pena, y su alma salte de alegría y se humille en oración al dominio de Gloria.’
‘Abdul-Bahá

                                                                               Selección de los Escritos (74.1)