Para R. J. Z. B, con afecto
Las proezas son inspiradoras.
Implican un héroe o una heroína que con denuedo emprende una empresa imposible. Luego de actos osados y valerosos
cumple su cometido. Sin embargo, pareciera que el universo de la realización de
las proezas se reservara solo para el mundo de la ficción tan popular entre los
niños y jóvenes. Pareciera que las hazañas pertenecen a los superhéroes, la
mujer maravilla o superman. Y justamente, como son producto de la imaginación, sugieren estar por fuera de la esfera de la vida cotidiana,
del mundo de lo posible. En otras
palabras, las proezas y los héroes que las realizan son inalcanzables para el común de los
mortales. La mayoría de nosotros.
Hace poco y por accidente, me encontré con la magnífica realización de una proeza humana en
un ámbito en donde rara vez se registran hazañas: el musical. Un video en
youtube reproducía la transmisión radial
en vivo de un evento tradicional que cada año, entre julio y septiembre,
realiza la BBC de Londres, el Prom 2015. Como todos
los años, se celebraba la música clásica y sus intérpretes. En esta oportunidad, el lugar era el Royal Albert Hall de Londrés. La fecha, el 5 de septiembre de 2015. El artista, el magnífico chellista Yo Yo Ma. La obra, las
seis suites para chello de Johan Sebastian Bach. Lo singular, la interpretación
continua, solo con un breve receso de 15 minutos, de todas las suites una tras
otra. Los conocedores lo consideraron una proeza musical, intelectual y física.
La voz del
presentador de la emisora radial inglesa me llevó a la evocación uno de los más queridos recuerdos de mi
infancia. Cuando las radio novelas activaban mi imaginación y recreaba los mundos y las aventuras de
Arandú o de Kalimán y su querido amigo Solín. Cuando el cuerpo no daba para más
y en compañía de mi querida abuela, mamita Aurita, pasábamos horas enteras tejiendo,
bordando o leyendo. La voz clara, bien modulada, con un inconfundible inglés con acento británico del
presentador de la BBC y todo el audio de la interpretación, me hizo imaginar el
evento así.
Los ojos, los oídos
y los corazones de 5000 espectadores emocionados y expectantes se dirigían fijamente
a Yo Yo Ma y su chello. Los dos, en la
infinitud y soledad del escenario. El estudio sistemático y profundo por más de
40 años de vida musical le permite al artista recorrer de memoria las notas sublimes
de la obra de Bach. Las sutilezas, los énfasis, la emoción y el virtuosismo
hacen de esta una interpretación única, irrepetible. El esfuerzo físico,
probablemente los músculos cansados, los estiramientos frente al público que le
otorgan un carácter de humanidad a la proeza, no hacen mella en una ejecución que los expertos
consideraron impecable. A medida que, uno tras otro, se sucedían los 36
movimientos de las seis suites, se tejía entre la audiencia y el intérprete una
conexión más allá de lo corpóreo. Se diría una experiencia de comunión cósmica, casi
mística, espiritual. Dos horas y 47 minutos
de ininterrumpida y magistral interpretación. Pero hay más. Luego del aplauso
fervoroso y la ovación admirada, luego de la expresión de la emoción máxima y exultante, luego de
regresar al escenario varias veces para recibir la lluvia de aplausos y el
agradecimiento por semejante despliegue de virtuosismo, Ma, en un extraordinario gesto de generosidad y
más allá del límite de todas las energías ofrece al público un encore, el bono extra. En recuerdo de (y
tal vez en auxilio para) los que sufren
en el mundo, interpreta una pieza adicional: El
cant dels ocells. Obra emblemática convertida en himno a la paz, gracias a otro sublime maestro
de la interpretación del chello, Pau
Casals.
Creo que las proezas inspiran
porque, como seres humanos dotados de múltiples
talentos y facultades, hemos sido llamados a cumplir el propósito de nuestra
vida. Ella es en sí misma una gran hazaña. Es allí donde se encuentra su sentido
y su significado. El asunto es que a veces perdemos de vista que nuestra
existencia, es tal vez la más grande proeza que podemos realizar. Esfuerzo
sistemático, estudio constante, humildad
frente a la tarea, generosidad, entre muchas otras características, se
encuentran entre las claves para afrontar la empresa y realizar la proeza.
¿Quién se animará a escuchar la
interpretación? De pronto, el solo hecho de escuchar y seguir cada nota será la hazaña del día para
algún oyente que encuentre en la música el solaz a sus dificultades, el alivio
en tiempos difíciles. Eso es lo que anima a Yo Yo Ma diariamente a realizar sus proezas musicales.
‘El arte del músico está entre aquellas artes que son
dignas de máxima alabanza y conmueve los corazones de los acongojados. Por
tanto, (…), toca y canta las santas palabras de Dios con maravillosos tonos en
las reuniones de los amigos, para que el oyente se libre de las cadenas de la
tristeza y la pena, y su alma salte de alegría y se humille en oración al
dominio de Gloria.’
‘Abdul-Bahá
Selección de los
Escritos (74.1)